Te levantas tratando de golpear tus ultimas neuronas dormidas y somnolientas. Tratas de mantener tu distancia a la del espejo para no saber cual es cual y cual de los dos no es el mas pendejo. Y despues de unos enguajes y unas lineas de degradación televisiva de reportas listo para comenzar la calorosa y agotadora jornada del dia.
La rutina no deja de ir con apresurados conductores y chistosos y sencillos comentarios callejeros. Llegas a una tienda donde la mercancia no es lo que se vende, sino los pendejos que entran y salen, con y sin dinero. Ta vas irradiado de comercialización y demanda humana de puestos y mas estupidos empleos.
Transcure el dia solo para contemplar que regresas a lo mismas. Perderte entre un mar de gente sin vacilar mientras los calores corporales y los estragos en las distancias y flujo vehicular solo te hace soñar. Soñar con la mas adorada cintura que puedas ver por un bosque cultural. O seguir escuchando mas destacadas lineas de sonidos y dialectos en la radio popular.
Una señora joven a mi ver sube, con sus clasicos de moda pesqueros. Quedando al incio del camion por el simple hecho de no caminar hacia la parte trasera, debido a que en su mayoria se encuentran hombres, una que otra mujer y niños. Es simple las miradas de consumismo carnal no se dejan de ir. Mucho menos las mias que una noche quisieran cenar.
Despues de unas cuantas calles, se levanta una persona, se sienta, se termina lo novedoso. Todos se duermen, sigen sus pensamientos, y eso que dicen que en Mexico nadie piensa, si nos sobra tiempo.
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